Cuando volqué
mis entrañas
en las manos de Neptuno
me balanceó,
me encumbró,
y de allí…
salí descompuesta y ajada.
La mar estaba allí…
y como a un gran diván
me arrojé en sus brazos elipses
con mi alma
punzante y ebria.
Inquieta.
La barca zarpa sin rumbo
un destino incierto...
Volveré y me iré.
como las olas en la orilla
acariciando con mi boca la sal,
mezclándome en la espuma,
desapareciendo
en el horizonte
a la caida del día.
Y me quedo aqui.
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